Llevo jugando videojuegos desde que tengo memoria, también leo desde que aprendí a hacerlo. Es gracias a esos dos universos que desarrollé un gusto por las historias y la fantasía en sus distintas variaciones. Pasaba más tiempo en los videojuegos y en los libros intentando adentrarme lo más posible en el contexto de aquellos universos, es decir más que nada observaba, que a veces no me importaba mucho la historia principal, y por tanto esa era la expectativa que para mí un videojuego debía cumplir. Es por eso que me di cuenta del gran abismo de diferencia entre éstos últimos y los juegos de rol de mesa una vez los probé.
Cuando me uní al Pacto, en mi segundo año de universidad, se me abrieron las puertas a un mundo nuevo. Jamás había jugado una mesa de rol, ni compartido alguna experiencia rolera con nadie (en mi colegio no había ninguna organización o grupo de nada que fuera de algo “ñoño”, o sea ¡Divertido para mí!) y fue en el evento Salón del Fuego IV que pude probar de éste mundo por primera vez.
En aquel evento jugué tres mesas: Paranoia, D&D y Vampiro la Mascarada. La mesa de Paranoia fue un chiste total aunque ese era el propósito de esa mesa ¡Lo pasé muy bien!, pero no considero que haya sido una buena iniciación en el rol. En D&D apenas alcancé a crear mi personaje (sin entender casi nada de lo que estaba haciendo), tuve que desistir de la mesa pero por cuestiones administrativas, y Vampiro fue una experiencia bastante desagradable (véase el artículo anterior “Una pesadilla rolera”, mesa de la que participé) pero que afortunadamente no daño mi interés por el juego (Vampiro).
Cuando me uní al Pacto, en mi segundo año de universidad, se me abrieron las puertas a un mundo nuevo. Jamás había jugado una mesa de rol, ni compartido alguna experiencia rolera con nadie (en mi colegio no había ninguna organización o grupo de nada que fuera de algo “ñoño”, o sea ¡Divertido para mí!) y fue en el evento Salón del Fuego IV que pude probar de éste mundo por primera vez.
En aquel evento jugué tres mesas: Paranoia, D&D y Vampiro la Mascarada. La mesa de Paranoia fue un chiste total aunque ese era el propósito de esa mesa ¡Lo pasé muy bien!, pero no considero que haya sido una buena iniciación en el rol. En D&D apenas alcancé a crear mi personaje (sin entender casi nada de lo que estaba haciendo), tuve que desistir de la mesa pero por cuestiones administrativas, y Vampiro fue una experiencia bastante desagradable (véase el artículo anterior “Una pesadilla rolera”, mesa de la que participé) pero que afortunadamente no daño mi interés por el juego (Vampiro).
Hoy, mi experiencia más contundente en el mundo del rol es la mesa de Pathfinder que juego desde hace unos meses y celebro casi semanalmente con mis amigos. Es aquí donde verdaderamente he notado y puedo comparar los juegos de rol de mesa con los videojuegos:
– Lo primero que noté jugando rol es la falta de control absoluto que uno tiene en los videojuegos, a pesar de que los videojuegos tienen una historia principal y uno puede seguirla a su propio ritmo e incluso en algunos casos (te miro a ti Skyrim) no seguirla en lo absoluto.
– Segundo; en una mesa de rol, uno está condicionado (en parte) a una historia prediseñada por el master de la mesa, pero lo interesante es ver cómo la historia cambia dependiendo de lo que diga o hagan los personajes (aunque igual de ser un buen master para mí, tendría más posibilidades cubiertas) de tal manera que en los videojuegos es simplemente imposible. Para mí eso es increíble, termino sintiéndome mucho más sumergido en el universo que en un videojuego, tratando de ver que tanto puedo cambiar la historia y manteniéndome siempre dentro del personaje.
– Tercero; lo que me cautivó del rol fueron las consecuencias. Es aquí donde entran los dados. Una cosa es crearte un personaje que sea, por ejemplo, bueno para engañar o un acróbata, pero a la hora de llevar esas cualidades a la práctica los resultados varían (me dijeron que cada vez que un Rogue falla una tirada de reflejos, un gatito muere, me siento muy mal :c)
Estos tres puntos que quise destacar me hacen llegar a la siguiente conclusión: La experiencia de role playing game por excelencia son los juegos de rol de mesa. Si nunca has jugado y te unes a una mesa con un buen master y logras adentrarte en el personaje, verás cómo logras entrar a un mundo totalmente distinto, un mundo “donde tu voluntad puede cambiar la historia, pero de una forma realista”; y este es un punto que en particular me gustaría destacar, porque es algo que siempre he odiado de los videojuegos. En la gran mayoría de éstos uno termina haciendo cosas poco creíbles (incluso para un universo fantástico) que rompen tu visión de lo que es tu personaje, eso es algo que siempre rompe mi inmersión de una manera horrible, en cambio en una mesa de rol uno puede “rolear” tranquilo sabiendo que no cruzarás esa línea, y con esto me refiero a que todo lo que haces lo haces porque así es como es tu personaje.
Hay más puntos en los que me podría enfocar, pero considero que esas son las diferencias fundamentales entre los juegos de rol de mesa y los videojuegos. Todavía tengo mucho que aprender, pero miro con entusiasmo lo que se viene en el futuro, los universos que veré, la gente con la que jugaré y las historias en las que participaré, ¡Esa es la experiencia de rol que busco!
By Thomas
– Lo primero que noté jugando rol es la falta de control absoluto que uno tiene en los videojuegos, a pesar de que los videojuegos tienen una historia principal y uno puede seguirla a su propio ritmo e incluso en algunos casos (te miro a ti Skyrim) no seguirla en lo absoluto.
– Segundo; en una mesa de rol, uno está condicionado (en parte) a una historia prediseñada por el master de la mesa, pero lo interesante es ver cómo la historia cambia dependiendo de lo que diga o hagan los personajes (aunque igual de ser un buen master para mí, tendría más posibilidades cubiertas) de tal manera que en los videojuegos es simplemente imposible. Para mí eso es increíble, termino sintiéndome mucho más sumergido en el universo que en un videojuego, tratando de ver que tanto puedo cambiar la historia y manteniéndome siempre dentro del personaje.
– Tercero; lo que me cautivó del rol fueron las consecuencias. Es aquí donde entran los dados. Una cosa es crearte un personaje que sea, por ejemplo, bueno para engañar o un acróbata, pero a la hora de llevar esas cualidades a la práctica los resultados varían (me dijeron que cada vez que un Rogue falla una tirada de reflejos, un gatito muere, me siento muy mal :c)
Estos tres puntos que quise destacar me hacen llegar a la siguiente conclusión: La experiencia de role playing game por excelencia son los juegos de rol de mesa. Si nunca has jugado y te unes a una mesa con un buen master y logras adentrarte en el personaje, verás cómo logras entrar a un mundo totalmente distinto, un mundo “donde tu voluntad puede cambiar la historia, pero de una forma realista”; y este es un punto que en particular me gustaría destacar, porque es algo que siempre he odiado de los videojuegos. En la gran mayoría de éstos uno termina haciendo cosas poco creíbles (incluso para un universo fantástico) que rompen tu visión de lo que es tu personaje, eso es algo que siempre rompe mi inmersión de una manera horrible, en cambio en una mesa de rol uno puede “rolear” tranquilo sabiendo que no cruzarás esa línea, y con esto me refiero a que todo lo que haces lo haces porque así es como es tu personaje.
Hay más puntos en los que me podría enfocar, pero considero que esas son las diferencias fundamentales entre los juegos de rol de mesa y los videojuegos. Todavía tengo mucho que aprender, pero miro con entusiasmo lo que se viene en el futuro, los universos que veré, la gente con la que jugaré y las historias en las que participaré, ¡Esa es la experiencia de rol que busco!
By Thomas