Cuando me comprometí a escribir un artículo para ustedes nunca pensé que terminaría en esto. He jugado tanto este año que decidirme sobre un personaje, una historia que quiera contar, ha sido una decisión que ha ido postergando las primeras líneas. Me decidí por Krisstine Catslove, una semielfa que creció entre las calles y los sirvientes del castillo en el puerto mercante de Daunstworth, capital del reino de Lan’ar. Es por eso que pretendo ahora contarles sus aventuras, desde lo aburrido de su background en su pueblo natal, hasta las sorpresas que todavía se desarrollan en una mesa de Pathfinder.
Comenzaré como corresponde, por el principio.
“Su padre es Alfred Helper, un humano que trabaja para el amo de llaves directo del rey, Sir Patrick Keeper, mientras que su madre es una elfa desconocida para ella. Según las historias que su padre le contaba, se trataba de una elfa muy hermosa que estaba de visita en la ciudad por asuntos diplomáticos. Alfred y la elfa tuvieron un amorío, que el padre siempre describió como perfecto. Se quedó en la ciudad un poco más de dos años y por debajo de la mesa se enamoró del empleado del castillo. Alfred siempre enfatizó en sus historias que su amor, aunque rápido, fue verdadero, sincero, pero impedido por la calidad de ella, embajadora de alguna tierra elfa con fines diplomáticos que el mismo Alfred nunca pudo saber.
Nunca, ni en su lecho de muerte, el padre de Krisstine le confesó el nombre de su madre, según él, porque la elfa encontraría a Krisstine en el momento en que ella estuviera lista para ser su madre, para dejar de estar detrás de su posición en la nobleza de sus tierras y aceptar su bendición como madre; por lo que ella no debía buscarla. El abandono de su madre marcó en ella un carácter de desconfianza general, no se abre con cualquiera y tener relaciones de confianza se le hace especialmente difícil. La calle atrajo la curiosidad de Krisstine: un lugar en donde las personas van cambiando, los negocios se arman y desarman, las historias se intercambian y los secretos se ganan. Se dedicó entonces a una vida criminal, aprendió de los mejores de las calles a construir una máscara: ser ante los demás una persona muy confiable y amable, para luego entrar a sus casas, robar unas monedas de oro o una joya, y sacarles información para otros atracos. Vivió entonces en soledad entre las calles, para luego llegar en la noche a cenar con su padre.
Comenzaré como corresponde, por el principio.
“Su padre es Alfred Helper, un humano que trabaja para el amo de llaves directo del rey, Sir Patrick Keeper, mientras que su madre es una elfa desconocida para ella. Según las historias que su padre le contaba, se trataba de una elfa muy hermosa que estaba de visita en la ciudad por asuntos diplomáticos. Alfred y la elfa tuvieron un amorío, que el padre siempre describió como perfecto. Se quedó en la ciudad un poco más de dos años y por debajo de la mesa se enamoró del empleado del castillo. Alfred siempre enfatizó en sus historias que su amor, aunque rápido, fue verdadero, sincero, pero impedido por la calidad de ella, embajadora de alguna tierra elfa con fines diplomáticos que el mismo Alfred nunca pudo saber.
Nunca, ni en su lecho de muerte, el padre de Krisstine le confesó el nombre de su madre, según él, porque la elfa encontraría a Krisstine en el momento en que ella estuviera lista para ser su madre, para dejar de estar detrás de su posición en la nobleza de sus tierras y aceptar su bendición como madre; por lo que ella no debía buscarla. El abandono de su madre marcó en ella un carácter de desconfianza general, no se abre con cualquiera y tener relaciones de confianza se le hace especialmente difícil. La calle atrajo la curiosidad de Krisstine: un lugar en donde las personas van cambiando, los negocios se arman y desarman, las historias se intercambian y los secretos se ganan. Se dedicó entonces a una vida criminal, aprendió de los mejores de las calles a construir una máscara: ser ante los demás una persona muy confiable y amable, para luego entrar a sus casas, robar unas monedas de oro o una joya, y sacarles información para otros atracos. Vivió entonces en soledad entre las calles, para luego llegar en la noche a cenar con su padre.
Una tarde, volviendo de un paseo por la ciudad, con un par de secretos escuchados, un intercambio de canciones con un bardo y una moneda de plata conseguida de mala manera, Krisstine de unos 17 años llegó a su casa a recibir una sorpresa. Su padre estaba herido gravemente y tendido en su cama, como si él mismo hubiera peleado en batalla. Murió a las pocas horas, y la pequeña Krisstine lo acompañó cada minuto. Los ascendentes de Alfred habían sido todos asistentes de los Keeper, los hijos varones Helper dedicaban su vida al castillo. La temprana muerte de Alfred lo dejó sin un heredero varón para tomar su puesto. Sir Patrick adoptó entonces a Krisstine Helper para tomar su lugar y hacer pequeños trabajos para el castillo. En ese momento la semielfa renunció a su vida en la calle, pero utilizó todo lo que aprendió en su trabajo, y adoptó el apellido de Catslove, para nunca olvidar sus aventuras entre criminales, feriantes y viajeros, y no deshonrar más a su padre llevando el apellido Helper.
En el ejercicio de sus labores, Krisstine de unos 25 años de edad, recibió una carta del Intendente Real de la Casa Roedlemn de Lan’ar, Sir Seward Ardon, para realizar un trabajo de directa importancia para el Rey, Domenic IV. Éste le pedía que viajara hasta el pueblo de Wywood para encontrar al clérigo Peseth el Errante, quien le entregaría importante información acerca de Lady Marian, de la casa Roedlemn del reino de Sundaran, quien estaría en edad de merecer y posiblemente sería entregada a algún noble del sector. Los deseos del rey eran sinceros: necesitaba que Krisstine evitara que ella se casara con cualquier otro que no fuera el futuro heredero de la Corona de Lan’ar, con el fin de unir a la casa Roedlemn en una y dejar atrás las diferencias que tuvieron en el pasado. “Un montón de basura diplomática” pensaba Krisstine, mas no tuvo otra opción que aceptar, y tras los meses de viaje terminó entendiendo que esta era la única forma de devolverle la mano al Rey por permitir que Sir Patrick cuidara de ella, y no deberle ni un solo trabajo más.
Tomó entonces un navío mercante hacia el reino de Sundaran, en donde se sumergió en mucho más que una propuesta de matrimonio.
Y la aventura recién comienza.”
To be continued…
Te invito, si quieres adentrarte más en el mundo, que revises el siguiente blog escrito por el narrador de la campaña, Joac, en donde libera información sobre el mundo http://cronicasdephandan.wordpress.com/
By Natalia
En el ejercicio de sus labores, Krisstine de unos 25 años de edad, recibió una carta del Intendente Real de la Casa Roedlemn de Lan’ar, Sir Seward Ardon, para realizar un trabajo de directa importancia para el Rey, Domenic IV. Éste le pedía que viajara hasta el pueblo de Wywood para encontrar al clérigo Peseth el Errante, quien le entregaría importante información acerca de Lady Marian, de la casa Roedlemn del reino de Sundaran, quien estaría en edad de merecer y posiblemente sería entregada a algún noble del sector. Los deseos del rey eran sinceros: necesitaba que Krisstine evitara que ella se casara con cualquier otro que no fuera el futuro heredero de la Corona de Lan’ar, con el fin de unir a la casa Roedlemn en una y dejar atrás las diferencias que tuvieron en el pasado. “Un montón de basura diplomática” pensaba Krisstine, mas no tuvo otra opción que aceptar, y tras los meses de viaje terminó entendiendo que esta era la única forma de devolverle la mano al Rey por permitir que Sir Patrick cuidara de ella, y no deberle ni un solo trabajo más.
Tomó entonces un navío mercante hacia el reino de Sundaran, en donde se sumergió en mucho más que una propuesta de matrimonio.
Y la aventura recién comienza.”
To be continued…
Te invito, si quieres adentrarte más en el mundo, que revises el siguiente blog escrito por el narrador de la campaña, Joac, en donde libera información sobre el mundo http://cronicasdephandan.wordpress.com/
By Natalia